Sunday, September 6, 2020

LOS RECUERDOS DE MADAME BILLY





Aline Roblot era su nombre real. Pero en el período de entreguerras, en París hizo famoso su apodo de Madame Billy. Su ocupación era un tanto imprecisa. En Buenos Aires, por esa época se las conocía como “Madamas”, en Francia, como Maistresse de Maison. La maison que ella ¿cómo decir?, conducía o regenteaba estaba en el 4, rue Paul Valéry, de París, y desde luego, tenía sus puertas abiertas al gran mundo de la aristocracia, las finanzas, y por decirlo con sus palabras “…la vie facile, le luxe, l´infatigable besoin de séduction qui énerve la haute société à toute heure du jour et de la nuit”.            
 
                     Su libro es toda una pintura, una muy audaz pero elegante semblanza de los “años locos”, que transcurrieron entre las dos grandes tragedias mundiales, ese fugaz resplandor nocturno, cuando “les violons tziganes, les balalaïkes russes, les bandonéons argentines, les trombones de Harlem, jouaient à l´unisson. Gauchos et moujiks se partageaient les rues. Plus parisiens que les Parissiens, les argentines et les russes blancs étaient les rois de la nuit”.        
                                                                En 1980 publicó un libro de memorias “Maitresse de Maison”-Editorial La Table Ronde-, del cual traduciré un gracioso capítulo referido a Carlos Gardel. Nos cuenta Madame Billy:    
 
                                    - Carlos Gardel era el rey incuestionable de la colonia latino-americana. Este tolosano de origen, que el tango transfiguraba, era más argentino que los argentinos. Yo tuve la suerte de contarme entre sus amigos. Lo había conocido por Mattos, el autor de “La Cumparsita”. No había fiesta grande sin Gardel. Más allá que su voz hacía zozobrar, no le faltaban argumentos de seducción: grande, morocho, la mirada potente bajo sus pestañas sombrías, el  hubiera podido rivalizar con Rodolfo Valentino en la categoría “hidalgo”. Todas las mujeres estaban locas por él, y él se hacía un deber de satisfacerlas en el mayor número posible.      
                                                      Gardel cantaba en el Teatro Empire. Yo acudía seguido, porque luego partíamos a cenar, y hacer la ronda por las boites. Una vez, en la sala, yo estaba sentada al lado de una pareja. Apenas bajado el telón, la mujer, sin una palabra de explicación, deja allí a su marido, para ir al camarín de Gardel. El infeliz, viendo que yo no me movía, se dirigió a mí:
 
Usted no va a ver a Carlos Gardel?    
No, señor, no vale la pena. 
–¿Ah, usted lo conoce? 
   No quise sumarme a su confusión. 
  –No, casi nada. Lo vi una sola vez.
    
                                                 –Señora-me ha dicho él- hace seis días consecutivos que venimos a verlo. Hace seis días consecutivos que, al fin del espectáculo, mi mujer va a su camarín. ¿Usted encuentra esto normal? ¿Qué haría usted en mi lugar?                    
 
 Intenté  tranquilizarlo. 
                                                                                  - Esto no es grave, señor. No tiene por que inquietarse, Gardel es casado, y está bien rodeado. Pero él es muy sensible a los halagos que recibe luego de sus actuaciones…  
El no estaba convencido y, aparentemente, sin ilusiones sobre el comportamiento de su mujer:          
                                                            -Ah, usted piensa que esto no es grave! A usted le parece normal que por seis noches seguidas un marido lleve a su mujer a ver a su futuro amante…?     
No quise esperar la continuación, y preferí perderme en la multitud. Seis días…Seguramente, la esposa ya había sucumbido.
  Hasta aquí Madame Billy.            
 
                                                                      Podemos agregar que el 5 de noviembre de 1984, el alcalde adjunto de París, Francois Lebel, descubrió una placa en  homenaje a Carlos Gardel en el 14 de la Rue de L´Arcade, en compañía del entonces embajador argentino en Francia, Carlos Ortiz de Rosas y del embajador itinerante Hipólito Solari Yrigoyen. La placa decía: “A Carlos Gardel, célebre cantor de tango argentino, nacido en Toulouse el 11 de diciembre de 1890, habitó en esta casa en 1933”. El diario Clarín del 6 de noviembre, en nota firmada por Francois Lepot, informando sobre el acto, consignó estas declaraciones de Madame Billy: “No recuerdo un éxito más grande y duradero de ningún artista en mi vida, como el de Carlos Gardel. En el teatro Empire, donde Maurice Chevalier, la Mistinguet y otros grandes del momento actuaban por quince días, Gardel mantuvo un lleno completo por seis meses, y se fue porque quiso”.     
 
  Enrique Espina Rawson                
                                                         

Presidente del Centro de Estudios Gardelianos

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