Escribe Vincent Thomas *(hijo de Edmundo Guibourg)
Gardel tenía
“grandes amigos” por todas partes. Hizo un culto de la amistad, y debe ser una
de las personas que más amigos tuvo en la historia. ¿Cómo se entiende todo esto?
Gardel siempre
estaba de buen humor y trataba bien a todos los que se acercaban. Si le pedían
algo, trataba de ayudar. Pero quien lo ha visto ensayar horas y horas con sus
guitarristas sabe que Gardel tomaba su profesión mucho más en serio de lo que
se piensa. Con sus relaciones sociales trataba de avanzar en su carrera. Por
ejemplo, el regalo clásico de Gardel a sus amigos era una vitrola nueva con sus
últimos discos adentro. Generoso, sí, pero también buscaba promocionarse.
Entonces, si uno analiza de cerca los casos de estos cientos de personas que se
consideraron “amigos”, la gran mayoría parece formar parte de esta estrategia
promocional cuyo objetivo era potenciar la imagen de Gardel.
Desde el punto de
vista cualitativo, los que se acercaban eran en general todos chupamedias y
mangueros. No era un buen ambiente. Siempre le estaban pidiendo algo,
especialmente, dinero. Y si Gardel tenía
algo en el bolsillo, iba y se los daba. Todas las fuentes coinciden en que era
un tipo muy generoso.
Gardel se movía en
diversos ambientes. Siempre le encantó el ambiente del teatro, desde chico
quiso ser actor. Entonces, en ese
ambiente, tenía muchos amigos. Entre ellos, mi viejo y Matos Rodriguez. Era con
sus “amigos del teatro” con quienes se juntaba en la Calle Corrientes y armaba,
en general, reuniones de trabajo, donde se la pasaba hablando de proyectos, de
canciones nuevas para cantar. Siempre estaba buscando alguien que le ayudara
con alguna letra, ya que la gente del teatro a veces escribía algo.
Después, estaban los
amigos del turf que eran muchísimos. Cuando tenían una fiesta en los studs, lo invitaban a cantar. Tenía algunos amigos vinculados al boxeo y al
fútbol. Es cierto, era amigo de alguna gente del Racing Club. Finalmente, en
Francia y Estados Unidos, se hace amigo de mucha gente vinculada al cine, que
fue su pasión a partir de 1930. Gente como Vicente Padula, Mona Maris, Charles
Chaplin… En fin, todas estas personas podían decir que Gardel era un buen
amigo. Les hizo regalos, les mandaba fotos y, en algunos casos, hasta les
conseguía trabajo. Pero, ¿realmente eran amigos?
Había una pequeña
categoría de “amigos” que Gardel buscaba. Serían los amigos más cercanos. Pero, aquí, tampoco hay que ser ingenuo.
Eran las personas que le solucionaban los problemas más delicados o
importantes. Mi viejo, por ejemplo, le venía bien porque escribía, tenía muchos
contactos y era un periodista importante. Era una persona seria y, a Gardel, le
costaba encontrar gente así en el ambiente del tango. Entonces, era de
confianza. Por cierto que tenían muchas cosas en común, pero un dato clave para
entender esa relación son los contactos en el ambiente artístico.
Armando Defino entra
en la historia como un gran amigo de Gardel y hasta “un hermano”. Muchas de las
cartas escritas en Nueva York iban dirigidas a él. Ciertamente, compartían
muchas cosas. Pero lo concreto era que Defino era muy leal y podía hacer mucho
por Gardel. Se convirtió en el hombre que le llevaba las cuentas personales y
que se encargaba del bienestar de su madre. Esas dos cosas, evidentemente, eran
muy apreciadas por Gardel.
¿Otros grandes
amigos de Gardel? Irineo Leguisamo, sin duda. El famoso jockey uruguayo era uno
de los pocos no vinculados a la carrera de Gardel, aunque montaba su caballo.
En Nueva York, Terig Tucci y Alfredo Lepera. ¿José Razzano? Sin duda, durante
un tiempo había sido un gran amigo pero, cuando Gardel se sintió perjudicado,
ya no sabía cómo sacárselo de encima; a Carlitos le costaba mucho dar marcha
atrás.